DOS EN EL CAMINO


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 Aún queda mucho por aprender

Yo, que creí saber tanto respecto a relaciones amorosas, últimamente, sin querer y sin darme cuenta, observando mis experiencias, mis aciertos y sobre todo, mis errores, he visto que en materia de amor, aún me falta tanto por APRENDER... por ENTENDER... por CAMBIAR... por CORREGIR... por ACEPTAR... por MEJORAR...

DEBO APRENDER que enamorarme no es obsesionarme ni irme a los extremos.

DEBO APRENDER a no poner toda la motivación de mi vida en sólo una persona.

DEBO ENTENDER que no se debe rogar amor y que una relación de pareja no es para vivir angustiado.

DEBO APRENDER que si pretendo tener una relación de adulto, debo comportarme como tal.

DEBO ACEPTAR que en el amor como en cualquier otra cosa de la vida, existen los tropiezos, las caídas y los dolores, y el miedo solamente dificulta más las cosas.

DEBO APRENDER que no es bueno sobrevalorar, endiosar, ni idealizar a nadie. Porque todos somos humanos y no debo esperar de mi pareja más de lo esperable de un ser humano.

DEBO APRENDER que es bueno ser como soy, siempre y cuando eso no implique irrespetar a quien esté conmigo.

DEBO ACEPTAR que en algunas ocasiones, es necesario pasar por un gran dolor para conocer una gran felicidad, ya que a veces el suelo del fondo es el más apto para brincar.

DEBO TENER PRESENTE que el sentir algo hoy no implica el sentirlo mañana, y así como me permito disfrutar también debo permitirme llorar, porque el dolor es parte de la vida tanto como el placer.

DEBO ENTENDER que la confortabilidad brindada por la rutina es engañosa, porque la realidad está en constante cambio, por eso es necesario aprender a tolerar la inseguridad natural de la vida cotidiana.

DEBO ACEPTAR que los planes pueden desaparecer en un instante, porque el futuro se mueve como él desee y no como a mí me dé la gana. Si éste me permite hacer algunas cosas sobre él, debo estar agradecido y no lamentándome por lo que no pude hacer.

DEBO ACEPTAR que alrededor del amor se han creado muchas mentiras. Por eso debo dejar de volverle la cara a la verdad sólo para seguir en una falsa comodidad o por miedo al dolor. Si la vida me demuestra que aquello en donde puse mi corazón es una farsa, debo aceptarlo; llorando, desahogándome y renaciendo como una nueva persona.

DEBO MEJORAR mi amor propio...
Para que la partida de quien quiero no me haga sentir despreciado, humillado o rechazado.
Para no ser tan sensible al abandono.
Para no terminar creyendo que me dejaron por feo o por tonto, y poder aceptar que simplemente funcionó el tiempo necesario.
Para no arrastrarme poniéndome de alfombra a los pies de nadie.

DEBO ACEPTAR que agradarle a alguien hoy no garantiza el agradarle mañana. Y eso no tiene por qué ofenderme si lo acepto...
Si acepto que a veces las personas no pueden dar más.
Si acepto que quien esté conmigo tiene derecho a no estarlo, y a que yo ya no le guste.
Si acepto que quien amo, tiene derecho a tomar sus propias decisiones, aunque a mí no me satisfagan.

DEBO RECORDAR que a veces lo bueno se obtiene esperando y presionando se arruina. Por eso es necesario tener paciencia, esperar tranquilamente y RECORDAR...
Que la impaciencia es producto de un impulso emocional, el cual tal vez pronto pasará.
Que la impaciencia asfixia a quien está conmigo.
Que la presión se puede convertir en irrespeto.
Que tomar una decisión mientras estoy impaciente es peligroso, porque estoy influido por un estado emocional extremo y pierdo toda objetividad, ahí no va mi verdad, sino mi impulso, mi compulsión, y podría hacer algo de lo que me arrepienta.
Además, si soy paciente no veré la espera como sufrimiento.

DEBO APRENDER a no ser posesivo. Que alguien se marche no es perder una pertenencia que me gustaba mucho. Mi pareja no es mía, es prestada, y “su dueño” tiene derecho a llevársela cuando desee. Y aunque “ser dueño” de alguien brinde más seguridad que tenerlo prestado, debo entender que eso es una ilusión. Aunque la crea mía, no lo es, por lo tanto...
No puedo decidir sobre la vida de quien esté conmigo.
No puedo esperar que actúe sólo de acuerdo a mis deseos.
No debo controlarle, manipularle, adueñarme de ella, ni decidir su destino.
No debo reclamarle a la vida por hacerme devolverle lo que me prestó.

Pero sobre todo... DEBO APRENDER... QUE NUNCA DEJARÉ DE APRENDER, y mientras continúo aprendiendo, debo permitirme vivir y sentir.

Y ahora, que me empiezo a recuperar de los dolores sufridos gracias a ni siquiera haber aprendido que aún queda mucho por aprender, lo único restante por hacer es, en medio de unas cuantas lágrimas de nostalgia y alegría, tomar un gran suspiro y decirme a mí mismo...

¡Bueno amigo... volvamos a empezar!      
(Texto de Mario Alonso Madrigal, de su novela "Extrañando a Dina")





La educación del AMOR....

La educación del amor o sentimental es la gran asignatura pendiente de nuestras sociedades, asistimos a un cierto analfabetismo sentimental, y en algo tan serio e importante como el amor y la estabilidad conyugal es algo que merece la pena plantearse, pues hay muchas personas que sufren por ello.

No tener las ideas claras puede tener un elevado costo. Contra ello se erige el amor inteligente que es aquel que se expresa con una afectividad madura, que pone sobre la mesa los sentimientos y la razón pero sin perder la ternura ni la espontaneidad, y que comparte unos ideales que lo hacen trascendente.


Se ha puesto de relieve la paradoja de que frente a los grandes avances científicos y tecnológicos hay un fuerte retroceso en la formación humana, que nos imposibilita para mantener una relación con el otro que favorezca un amor sano, equilibrado, sin falsos idealismos y realista.

He aquí algunos consejos para que podamos superar los contratiempos en la relación de pareja.

Dar y recibir amor: El amor es entregarse al otro, buscando lo mejor para la otra persona.

Lo importante es lo pequeño: El mejor amor se echa a perder si no se cuida a base de pequeños detalles que hacen agradable la convivencia. Es como una planta a la que hay que cuidar y mimar.

No ser excesivamente susceptible: Ser hipersensible es nocivo pues puede llegar a convertir la convivencia en algo insoportable.

Evitar discusiones innecesarias: Aprender el arte de aceptar distintos criterios. Aquí se mezclan con arte y oficio, el saber ceder, el saber encajar y la capacidad para zanjar un tema sin volver obsesivamente sobre él.

Tener capacidad de reacción: Hay que evitar que las tensiones y problemas impidan el diálogo durante horas o días, gestos negativos, lenguaje crítico hacia el otro.

Adquirir habilidades comunicativas: muchos problemas en la pareja se deben a errores en la comunicación. Hay que aprender a respetar al otro, mostrándolo con palabras, gestos y acciones, saber ponerse en su lugar, cuidar el lenguaje verbal.

Procurar que no salga la lista de agravios: aquí la palabra es plata y el silencio es oro. Aprender a callar cuando es redundante hablar, cuando solo sirve para pelear, es el mejor argumento para evitar agravios y recriminaciones que solo conseguirían envenenar a la relación.

Tener el don de la oportunidad: para plantear cualquier cuestión conflictiva o ante una decisión importante, se ha de evitar hacerlo en los momentos de cansancio o tensión.

Intercambiar recompensas: ello requiere compenetración y estar atento a las necesidades del otro. Estas cosas son las que rompen la monotonía y dan salsa a la relación.

Cuidar la sexualidad: la sexualidad inteligente ensambla el contacto corporal con la ternura y las dos partes de la pareja han de estar atentas a las necesidades mutuas. La sexualidad desconectada de los sentimientos rebaja y envilece a la pareja.